miércoles, junio 13, 2007

Una temporada en el limbo

Existen viajes en tren hacia el norte, no sé si yo tomo los trenes o ellos me toman a mí. No sé quién escribe esto. Y sueno fatalmente a Borges. Mierda.

Creeemos que somos nosotros los que escribimos al apretar una tecla y vemos aparecer las letras, y releerlas y recorrer el cursor para corregir un error.

¡Cuánta razón tenían nuestros antepasados, hoy mal llamados indígenas (indigentes)! Sabían que había un algo misterioso para cada ejecución. Sabrían que entre el pensamiento de matar a alquien apretando el gatillo y el dedo mismo aprentado el gatillo de marras, hay un mecanismo interno indescifrable: físico, mental o yo qué sé.

¿Soy dueño de mi destino de no escribir más que esto? ¿Estoy tomando decisiones?

Y claro, ¿quién gobierna y siempre ha gobernado el país?, ¿quién siempre ha estado allí con su poder?, incluso aliándose con el enemigo: los ricos. Pero al espectador no le interesan las leyes internas del truco, quiere ser engañado, incluso si sospecha que una paloma ha muerto.

Ahora mismo, soy un sujeto según cuántos me lean. Me resumo en una cantidad. He sido robado, mediatizado, manipulado y regulado por un "otro" mecanizado: la red. Y claro, ésta es una hija de la globalización (eufemismo que las grandes empresas le pusieron al monopolio).

La red es mi dios, así como el sol lo era para un inca. Él intercede desde los teclados hasta ti. Me libera de mi cuerpo.

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